El mundo está lleno de oportunidades maravillosas, disfrazadas de problemas espinosos.
Los seres humanos sólo pueden alcanzar virtudes eligiendo, con su libre voluntad, no perseguir vicios. Si un ordenador está programado a decir siempre la verdad no lo llamaríamos virtuoso. Para apreciar la luz tiene que haber oscuridad. Para apreciar la vida tiene que haber muerte. No podemos aprender a no ser que hagamos algunas equivocaciones.
En efecto Dios tiene conocimiento absoluto de todas las cosas y tiene poder sobre todas las cosas y ama a los seres humanos. La maldad en el mundo debe verse no como algo inherentemente malo, sino como una lección para la humanidad, una lección de la que aprender y por la cual apreciamos el valor de las cosas buenas y cómo y cuándo las ganamos a través de nuestros esfuerzos.